miércoles, 13 de enero de 2010

Poca inspiración y problemas...


Navegaba entre lágrimas sobre su barquito de papel. Allí donde soplara el viento acabava, como si otros dirigieran su destino. Ella vivía por aquel mar, aquel mar que la llenaba tanto, que la hacía sentir feliz, que a pesar de las tormentas que pasaba a su lado, siempre acabavan en paz. El mar era su vida, y nunca mejor dicho, lo compartía todo con él, sus secretos, sus intimidades, sus días y sus noches, sus sueños y sus realidades...

En aquel caprichoso mar, llegaron nuevos barcos, tripulantes del agua de ella, del agua de la que vivía, por la que vivía y con la que soñaba. Con la que despertaba y con la que se acostaba cada noche, intentó compartir, era un espacio libre, como los pajaros, como los cavallos, como todo...

Los días felicen pasaban, pero a veces, el caprichoso e inmenso mar, incitaba al avandono, le arreaba semejantes oleajes, le dejaba a su merced, sin miramentos, y solo se calmaba con la llegada de aquellos nuevos amigos de su sal. La joven marinera ignoraba las respuestas a ese comportamiento, aquel mar pacifico, que siempre la había guarecido en sus días tristes, que la arrullaba cada puesta del sol para ayudarla a dormir, ahora la ignoraba como a los insignificantes pececillos.

Se volcaba en arrullar con sus calidas olas a los nuevos viajeros, ahora ella, se sentía mareada, invadida, echada... No se encontraba en su lugar, no se sentía realmente en "casa", no encontraba aquel suave murmuro que en los días tristes le sonaba como canciones preciosas y la llegaba a emocionar...

Ahora sentía insultos, frases en contra de sí, como si todas las aguas y la lluvia se hubieran puesto de acuerdo para expulsarla, sin querer, pero sin evitarlo. Poco a poco ella se sentía fraguada en el lugar, sin salida, sin felicidad, sin sentir...



Al fin llegó el día del juicio. Ella se lanzó al mar, sin pensarlo, y estuvo horas nadando y sintiendo los azotes del mar sobre su cuerpo, su menté se ahogó, su cuerpo permaneció en blanco. Al final, llegó a la embarcación, subió... Los ojos perdidos en el horizonte, aquel marrón verdoso, aquellos ojos que durante las noches oscuras brillavan con luz propia desapareció.

Aquellos ojos llenos de alegria e ilusiones se borraron, sin sentimiento, quedarón inmersos en la preocupación, como si un real mar negro hubiera llenado de oscuridad su mirada, y ella, quieta, parada... Se limitó a conducir el barco a la tierra, buscando el lugar para descansar en paz...

Caprichoso destino, el de las olas que vienen y van, más siguiendo el camino, aprende de los errores y busca la verdad...

jueves, 7 de enero de 2010

Música para la vida...


Tenía miles de preguntas en su cabeza. Algunas similares, otras, muy distintas. Su cabecita, llena de pensamientos, parecía mucho más un montón de macedonia.

Aquel día se tumbó para hacer la siesta pero no consiguió dormirse. Se puso a escuchar música, le agradaba tanto que a veces se preguntaba como le podía gustar tanto un sonido, una letra entonada con gracía, o un simple ritmo pegadizo.

Y de pronto sintió alguna cosilla que se revolvía en su interior, como un millón de mariposas, y no era de estar enamorada simplemente. Pero sin saber porque, muchas veces, le entraban de repente ganas de cantar. Y se preguntó...

"¿Como puede ser que la música te despierte tantos sentimientos?"

La verdad es que ella misma no lo entendía, a veces creía que era la sensibilidad de las personas, o que era como un tipo de magia. Algo que te envolvía, porque... La música agrada a todo el mundo, y no llegaba a comprender, como era posible que personas tan fuertes como muchas que había conocido o incluso como ella misma, con un poco de música, pudieran llegar a llorar, y a sentir tantas cosas.

Había canciones que le hacían sentir feliz, otras que le ayudaban a desatarse y llorar, otras con las que se sentía acompañada y algunas que le hacían sentirse sola. Algunas parecían darle fuerza en aquellos momentos difíciles. Canciones que le hacían imaginar cosas bellas, y otras le sumergían en tiempos oscuros y lugares lúgubres.

Se levantó de la cama sin más y se puso de pies en ella. Los pies parecían estar fuertemente enganchados al suelo, y presionaba con dureza, sacó fuerzas y su voz inundó aquel dormitorio. Era una sensación de libertad que experimentaba siempre que cantaba, y mucho más aún cuando podía cantar con todas sus fuerzas e impulsar su voz sin miedo alguno.

Ella llenaba aquellos momentos de aquella forma... Pero de vez en cuando, también apreciaba el sonido del silencio...

Sssshhh...

Como el mar.


Su nombre de lo decía todo... Nombre de origen griego, de origen marino.

Su personalidad era extraña para muchos, fuerte para otros, desastrosa para muchos, orginal para cualquiera. Pero sobretodo, era como el mar...

Ella pensaba que era su pasado, ese que a veces la hacía sentir tan estupida, a veces se hundía en sus recuerdos de forma consciente, otras veces, ni si quiera se daba cuenta de ello. Pero siempre que lo hacía, acabava sintiendose mal, la dejadez se apoderaba de su cuerpo y no le importaba demasiado su alrrededor, ni si quiera si misma.

Otras veces, cambiava, y su pasado era como si jamás hubiera existido, la inocencia renacía en su interior y sonreía como una niña. La luz de sus ojos en aquellos momentos de felicidad radiaba fuerte, y se podía leer de todo en ellos, pero aquella luz, aquel brillo que se le concedió, tan magico, vencía a cualquiera.

Cuando el dolor volvía por las noches, y la abrumaba de mala manera, aquel brillo desaparecía levemente, como si se apagara su vida, sentía que se fundía con sus lágrimas y no encontraba la comodidad de ninguna manera, era casi imposible desacerse de sus recuerdos, pero finalmente defallían sus fuerzas y el sueño se apoderaba de su mente, alibiando aquel malestar.

Era algo casi inebitable, pero no del todo. Su fuerte y su vivez la hacían seguir adelante y con la ayuda de aquellas personas que la querían y se lo hacían saber, era capaz, día a día, de sentirse feliz incluso con su pasado en mente, de todos modos, aún iban a pasar unos años hasta que lograra convivir con ello sin problema alguno.

A veces le parecía mentira que unos hechos pudieran llegar a ser tan problematicos en la vida de alguien, por fuertes que fueran aquellos...

Sus días, se regían por sus recuerdos, como la luna y sus mareas.

Y así era como se sentía, como el mar... con una vida llena de olas...