jueves, 7 de enero de 2010

Música para la vida...


Tenía miles de preguntas en su cabeza. Algunas similares, otras, muy distintas. Su cabecita, llena de pensamientos, parecía mucho más un montón de macedonia.

Aquel día se tumbó para hacer la siesta pero no consiguió dormirse. Se puso a escuchar música, le agradaba tanto que a veces se preguntaba como le podía gustar tanto un sonido, una letra entonada con gracía, o un simple ritmo pegadizo.

Y de pronto sintió alguna cosilla que se revolvía en su interior, como un millón de mariposas, y no era de estar enamorada simplemente. Pero sin saber porque, muchas veces, le entraban de repente ganas de cantar. Y se preguntó...

"¿Como puede ser que la música te despierte tantos sentimientos?"

La verdad es que ella misma no lo entendía, a veces creía que era la sensibilidad de las personas, o que era como un tipo de magia. Algo que te envolvía, porque... La música agrada a todo el mundo, y no llegaba a comprender, como era posible que personas tan fuertes como muchas que había conocido o incluso como ella misma, con un poco de música, pudieran llegar a llorar, y a sentir tantas cosas.

Había canciones que le hacían sentir feliz, otras que le ayudaban a desatarse y llorar, otras con las que se sentía acompañada y algunas que le hacían sentirse sola. Algunas parecían darle fuerza en aquellos momentos difíciles. Canciones que le hacían imaginar cosas bellas, y otras le sumergían en tiempos oscuros y lugares lúgubres.

Se levantó de la cama sin más y se puso de pies en ella. Los pies parecían estar fuertemente enganchados al suelo, y presionaba con dureza, sacó fuerzas y su voz inundó aquel dormitorio. Era una sensación de libertad que experimentaba siempre que cantaba, y mucho más aún cuando podía cantar con todas sus fuerzas e impulsar su voz sin miedo alguno.

Ella llenaba aquellos momentos de aquella forma... Pero de vez en cuando, también apreciaba el sonido del silencio...

Sssshhh...

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