sábado, 16 de junio de 2012

Cuando la presión te puede...


Hay momentos, en los que sientes que lo más sensato que puedes hacer por ti mismo, es lo más visceral y animal que te pasa por la cabeza. Así como romper todo lo que te rodea...

Pegando un portazo entras a tu habitación y realmente desearias que fuera un mero escenario para poder destrozarla entera. Tirando toda cosa que te pase por delante y sin necesidad de más herramienta que tus manos para destrozar todo aquello que te rodea y que te recuerda que hay dias de mierda, o momentos que pueden convertir sin más en mierda todo un dia.

Hay veces que hasta darías cabezazos contra la pared hasta partirtela con tal de no seguir escuchando aquellas palabras que tanto te duelen. Con tal de no seguir discutiendo intentos de debates donde con todas tus fuerzas te has dejado llevar para que finalmente siempre quede sorprendentemente en un no tener razón alguna. Dias y veces en que todo se resume en aquellos instantes que han hecho que el dia no sea perfecto completamente por algun detalle que parece ínfimo pero te ha dado dolor de cabeza. Que parece ínfimo pero ha hecho que permanecieras horas dándole vueltas a la cabeza y sintiendo que la sangre corre por tus venas como si cada glóbulo rojo fuera un caballa desbocado.

Cuando no puedes con la presión y decides soltarla de golpe, deseando gritar con todas tus fuerzas hasta desgarrar la garganta y al fin haber acabado, aunque sea temporalmente con todo aquel agobio...

¿Y después? Después viene el segundo paso, que no hay que mover ni un dedo para que ocurra él solo. Que es caer... Caer hasta lo más bajo durante un tiempo en que también estas quitando todo aquello que te pesa con lágrimas y suspiros que entorpecen tu respiración. Con estragos en cada nueva bocanada de aire que coges y donde tus penas parecen salir solas y desprenderse de tu interior a través de cada espurna de dolor que sale de tus ojos.

Ese es quizás el peor momento, el momento donde parece que todo sale sin acabar nunca, que todo duele sin descanso hasta que cesa. Las lágrimas acaban poco a poco secando sobre tu piel y solo estas unos segundos con una costosa respiración que se apacigua poco a poco, ansiando estar bien, con pequeños momentos donde a veces recaes aunque hay una pequeña luz que te guia a la salida y sabes que tras aquello...

...solo queda subir...

sábado, 14 de mayo de 2011

Borrar, aprender y seguir el camino.




Nervios, estres, enfados, malestar, molestia, indignación, frustración...

¡BASTA!

Es curioso como de un dia para otro puede cambiar tanto el estado de ánimo de una persona. Como en una diferencia de diez o doce horas, puedes pasar de tener un dia genial e inmejorable a tener un dia deplorable, con dosis de amargura y algunos ratos en que conservar una sonrisa parece un tesoro.

Es curioso como de una sensación esperanzadora, puedes pasar a sentirte realmente resignada. En el fondo de un oscuro pozo cuya salida optas por olvidar, pensando que no tienes ganas de luchar hasta ella. 

Pero sobretodo es cuiroso como puedes llegar a sentirte de mal por todo aquello que haces porque lo sientes. Porque hay algo en ti, en tu interior, en tu forma de ser, que te empuja a comportarte de aquel modo, y que, sea por la situación que sea, en aquellos instantes no puedes controlar y termina desbocado como un caballo salvaje.

Hay algunos días que una se tiene que esforzar por sonreir un poco, aunque sea para ayudar a aquella persona que tiene cerca y lo desea fervientemente. Hay algunos dias, que una tiene que abrir su corazón, por enclaustrado que esté en esos momentos y dejar aflorar aquello bueno que siente, para que aquel que está a su lado, compartiendo el peso de lo ocurrido se sienta con fuerzas para continuar... 

Hay dias, en que una persona tiene que prometerse a si misma olvidar todo aquello, cerrarlo con llave y lanzarlo bien lejos, para que pase, para que desaparezca. Y quizás, de aquel modo, todo pueda seguir si curso esperado.

Hay dias en que, una decisión marca la diferencia...

domingo, 20 de febrero de 2011

Libertad...



A veces, sientes que tu corazón esta oprimido, que te cuesta respirar, que el aire parece pesado y denso cuando entra por tu nariz... A veces sientes que todo a tu alrededor va más lento de lo normal, que las cosas no salen como esperas, que nada a tu alrededor es lo que desearías y que todo a su vez es como un cúmulo de mierda tan grande que ni si quiera sabes como se ha creado.

Hay veces, que miras a tu alrededor y sientes que hay una pared, una enorme pared que te oprime, que te agobia, que te estresa y te hace crear una sensación de claustrofobia inexplicable. Cuando eso sucede, no sabes como actuar, porque no basta con abrir la puerta de la habitación y ver que no estas cerrada. No basta con salir a la calle y que te dé el aire. No basta con sacar la cabeza por la ventana y ver que hay mundo...

A veces, sientes que la vida no es vida, que vives en una carcel, que vives a espensas de los demás, condenada bajo unos zapatos.

Sientes que deseas gritar, que deseas saltar, que deseas correr con todas tus fuerzas y abrir tus alas para de una vez por todas, sentir la libertad... Es algo tan... Desesperante.

Porque hay dias, que encierras un problema y no le echas cuenta, y luego viene otro y lo guardas en aquel baul, como si no existieran, y sigues y sigues, pero todo tiene un fin... Y finalmente, ¡estalla! Dejando salir aquel montón de problemas que habías decidido olvidar en lo más remoto de tu ser. Entonces, todo se va volviendo gris, todo se destiñe y se vuelve depresivo. Sientes un aura oscura que te envuelve, y nuevamente aquella ansiedad, aquella insatisfacción, aquella amargura...

Tienes ganas de llorar y sientes a la vez que tus ojos escuecen, pero... Ni una lágrima. Ni una. No consigues de ningun modo arrancar todo el dolor que llevas dentro, hay algo extraño que te lo impide. No puedes escapar, ni si quiera puedes escapar llorando o gritando. Y te sientes sola en el mundo, como si nada ni nadie pudiera llegar a comprenderte. Necesitas una mano, simplemente una mano en aquellos momentos y sin embargo, por las noches, cuando te abraza la melancolía, no hay una mano que estreche la tuya... Deseas liberarte, deseas romper aquellas cadenas de acero que te dañan los tobillos y echarte a correr sin dirección alguna. Sin pensar en el resultado, solo correr y correr hasta cansarte y caer de rodillas al suelo.

Yo quiero correr, quiero saltar, quiero gritar... Quiero sentir el aire golpeando mi rostro y abrir mis alas para volar y sentirme al fin... Libre.

martes, 23 de noviembre de 2010

Solo buscaba cariño y un lugar en que secar sus lágrimas...



Comenzó a andar por las calles más estrechas de la ciudad, alumbrada por la luz de la tarde, mientras el tiempo pasaba y el sol se escondia en el horizonte. Su mirada no buscaba camino, ni tampoco buscaba dinero. Su mirada buscaba comprensión, descanso, generosidad... 

Llegó cansada a una plaza solitaria, donde el granito de las paredes blancas yacía erosionado. Avanzó hasta ese y apoyó la palma de sus manos sobre esta, sintiendo la fríaldad de la estructura y escondiendo su cabeza lentamente mientras reprimía aquellas lágrimas que se contenían trás su brillante mirada. Después dejó que fuera su espalda la que se apoyara contra la pared antigua, y poco a poco fue resbalando con suavidad hasta que se apoyó en el suelo con la espalda recostada en la pared. 

Dobló sus rodillas y quedaron a la altura de los hombros por delante, acuclillada en aquel lugar, donde el viento y el frío de la tarde que pasaba no hacía más que provocarle escalofríos y de pronto, no se pude seguir conteniendo y lloró. Hundiendo su rostro entre sus manos, con la piel de gallina. Y sus alaridos llegaron al cielo y la lluvia se dejó caer en la plaza. Mas no importaba todo aquello, pues sin tener nadie cerca que la acojiera entre sus brazos y acariciara su cabello mientras buscaba el consuelo en el calor de un abrazo. No importaba el viento, ni la tormenta, ni la luz de los relampagos que creaban sombras extrañas y pecualires, si no tenía a quien decir... Gracias.

Derepente me siento pequeña y el mundo es grande, todo gira alrededor de nada y me pregunto... ¿Cómo se siente al ser diferente a mi? A veces estoy debil para seguir y otras me siento perdida. ¿Me abrazarias para que pudiera llorar...?

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Olvidados...



Anduve en el pais de los sueños rotos, crucé los siete mares desiertos y rebusqué en la cajita de cristal que se quebró hace tiempo, por donde escaparon mis sueños...

A veces los sueños más ocultos, los más olvidados... Escapan ante nuestros ojos sin ser percibidos...

martes, 16 de noviembre de 2010

El instante...



La joven avanzó con la mirada perdida, subiendo las escaleras de aquel edificio el cual conocía todas y cada una de sus paredes. Sus ojos no divagaban más allá de aquellos escalones que iba pasando uno a uno. Se sentía como un vaso colmado, del cual derramaba sangre desmesuradamente. Los problemas, los conflictos, los amores, los engaños, la familia, los estudios, el dinero.... Todo terminó por hacer que la joven se ahogara en su propio cuerpo, sintiendo como la asfixia aumentaba poco a poco y le faltaba el aire para respirar y las escaleras le producían un mareo terrible.

Uno a uno ascendía aquellos renglones, sus pasos eran lentos y parsimoniosos, cansados. La mano acariciaba con delicadeza la barandilla y quitaba el polvo con la yema de sus dedos frágiles y níveos. De la cara de la joven no se podía deducir ningun sentimiento, tan sólo perdición, locura y harmonía. Sus labios pegados y ni una palabra, sellados por aquel último grito que quedó atrás en el tiempo.

Las últimas escaleras apenas costaron ya, el esfuerzo había terminado. Ahora dio tres pasos hacia el lado izquierdo y empujó una puerta con las manos. Cuando se abrió, una brisa de aire meció los cabellos castaños de la joven, y sus ojos almendrados parecieron perder el rumbo en el horizonte. Anduvo hasta el pequeño muro que separaba el suelo de la azotea con el vacio que culminaba en el asfalto de la calle. No le costó asomarse por él y esbozar una sádica sonrisa carente de emoción.

El brillo de sus ojos desapareció donde comenzó la tristeza y la joven se concedió un ahustero y último deseo. Tomó de su bolsillo un cigarrillo, lo prendió y se lo fumo sentada sobre aquel muro, sus pies colgaban mientras ella daba una y otra calada a aquel cigarro que le sabía a muerte. Exhaló el humo del pitillo y lo dejó caer abajo, observando entre sus pies la caída de su tabaco y olvidando las lágrimas ya derramadas avanzó un poco más hacia delante, empujandose levemente con los pies hasta que quedó sentada justo en la punta de aquel muro.

Pronto cerró los ojos y dejó que el viento golpeara su rostro una vez más, acariciando sus labios y echandole la cabellera atrás. Después, en un mísero instante...

La joven se avalanzó al vacio, devorando el espacio que separaba el tejado de aquel edificio hasta el asfaltado suelo de la calle. Su sonrisa desapareció pero ni el más mínimo alarido brotó de su gargante mientras caía...


Los intantes previos fueron una agonia, pero la muerte fue misteriosamente indolora...

lunes, 1 de noviembre de 2010

Mis ojos piden verdad.


Una mirada me bastó para parar el tiempo. Entonces miré con mis ojos, abriendolos de par a par. Los parpados desaparecieron de encima de mis pupilas y pude apreciar toda la verdad. Y la realidad no era la que yo pensaba, la realidad no era tan gris por mi culpa, la realidad distinta a lo que yo creía, y la realidad era que tú, eras otra persona.

Ahora mi corazón ya no se haya hechizado, preso de aquel beso, sigue latiendo por ti, pero ahora ya no se dedica a justificar todos y cada uno de tus actos. Ya no puedo seguir camuflando tanto daño, a veces el dolor tan incesante que me hacía llorar horas y horas. ¡No! Sequé mis ojos, y ahora te vez limpios tras tantas lágrimas, y ven que debes cambiar, hacer unos pasos atrás para volver a ser tú, y para que yo pueda volver a verte con los ojos abiertos, para que pueda mirarte sin dañarme las pupilas, para que mi corazón ya no se prepare para aceptar tus excusas, y pueda vivir solamente para escuchar tus palabras sinceras.

Te miro y no te veo, te veo cuando no te miro. Cerrando los ojos y buscando en mi mente, imagenes de aquellos momentos que gravé a fuego. Quiero buscarte y encontrarte de nuevo, quiero remover aquello que había en ti que hacía que cada segundo fuera memorable y alegre. Quiero recobrar todas nuestras sonrisas y quiero padecer otra vez aquella adicción tan pura que se llama amar.

Vuelvo a ser la misma de entonces, mi mirada es crítica como antes y puedo apreciar cada uno de tus fallos, sabiendo plenamente que son tuyos y no míos. No, no me cambies de tema y olvides mis palabras, no quiero que me digas que no volverá a pasar, no quiero que me cuentes patrañas sobre el agovio. Quiero que me mires a los ojos y ellos sean los que me certifiquen tus alabras. Quiero que cada dia cuando te levantes, pienses en que no debiste hacer aquello o lo otro, que cada dia que me veas desees como yo hacerme feliz.

Mis ojos quieren sonreir de nuevo, y no basta con engañarles una vez más. Es fácil mentir a la mirada de una persona enamorada, pero no es tan fácil que engañes a alguien que ya esta alerta, con los ojos abiertos y decidida a no caer de nuevo, a no sufrir otro largo tiempo a la espera del momento en que se debe producir un cambio, y que después de todo, aquel cambio sólo dure unas semanas antes de volverte a hundir en el barro. No...