domingo, 20 de febrero de 2011

Libertad...



A veces, sientes que tu corazón esta oprimido, que te cuesta respirar, que el aire parece pesado y denso cuando entra por tu nariz... A veces sientes que todo a tu alrededor va más lento de lo normal, que las cosas no salen como esperas, que nada a tu alrededor es lo que desearías y que todo a su vez es como un cúmulo de mierda tan grande que ni si quiera sabes como se ha creado.

Hay veces, que miras a tu alrededor y sientes que hay una pared, una enorme pared que te oprime, que te agobia, que te estresa y te hace crear una sensación de claustrofobia inexplicable. Cuando eso sucede, no sabes como actuar, porque no basta con abrir la puerta de la habitación y ver que no estas cerrada. No basta con salir a la calle y que te dé el aire. No basta con sacar la cabeza por la ventana y ver que hay mundo...

A veces, sientes que la vida no es vida, que vives en una carcel, que vives a espensas de los demás, condenada bajo unos zapatos.

Sientes que deseas gritar, que deseas saltar, que deseas correr con todas tus fuerzas y abrir tus alas para de una vez por todas, sentir la libertad... Es algo tan... Desesperante.

Porque hay dias, que encierras un problema y no le echas cuenta, y luego viene otro y lo guardas en aquel baul, como si no existieran, y sigues y sigues, pero todo tiene un fin... Y finalmente, ¡estalla! Dejando salir aquel montón de problemas que habías decidido olvidar en lo más remoto de tu ser. Entonces, todo se va volviendo gris, todo se destiñe y se vuelve depresivo. Sientes un aura oscura que te envuelve, y nuevamente aquella ansiedad, aquella insatisfacción, aquella amargura...

Tienes ganas de llorar y sientes a la vez que tus ojos escuecen, pero... Ni una lágrima. Ni una. No consigues de ningun modo arrancar todo el dolor que llevas dentro, hay algo extraño que te lo impide. No puedes escapar, ni si quiera puedes escapar llorando o gritando. Y te sientes sola en el mundo, como si nada ni nadie pudiera llegar a comprenderte. Necesitas una mano, simplemente una mano en aquellos momentos y sin embargo, por las noches, cuando te abraza la melancolía, no hay una mano que estreche la tuya... Deseas liberarte, deseas romper aquellas cadenas de acero que te dañan los tobillos y echarte a correr sin dirección alguna. Sin pensar en el resultado, solo correr y correr hasta cansarte y caer de rodillas al suelo.

Yo quiero correr, quiero saltar, quiero gritar... Quiero sentir el aire golpeando mi rostro y abrir mis alas para volar y sentirme al fin... Libre.

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